Investigadores de Labancestral aportan en la preservación de prácticas ancestrales en comunidades originarias del Tamarugal

El reconocimiento, pertenencia y forma de vida que han desarrollado por siglos las comunidades originarias, desde sus costumbres, la cultura, la forma de enseñar, de transmitir y organizar las estructuras sociales y familias, hoy están en peligro de extinción. El proyecto ANID, LabAncestral ha realizado talleres en terreno y actividades con diferentes comunidades para catastrar, conocer y reconocer, las técnicas de producción utilizadas históricamente por las comunidades ancestrales y rurales de la provincia del Tamarugal.
Este trabajo se ha realizado con el fin de incorporar estrategias que propendan mediante la mirada de la Ciencia, una mejora complementaria en la eficiencia de las mismas, donde las comunidades actuales y futuras (sobre todo hijos y jóvenes profesionales del territorio), puedan dar continuidad a las prácticas de sus padres o ancestros. Con una oportunidad competitiva que contribuya en la calidad de vida y que frene además la creciente migración, donde el desarrollo agroalimentario sea más justo, armónico, inclusivo y respetuoso del territorio y su gente.
Ceferino Castro, Gestor de la Información de LabAncestral comenta que, “uno de los desafíos que debe plantearse todo investigador es, conocer la realidad, interpretarla y sistematizarla para que pueda seguir registrada de una manera que sea accesible a todas las otras comunidades y culturas. Ese traspaso tiene muchos desafíos y uno de esos plantea que el investigador tiene que interactuar con las personas que son de las comunidades ancestrales y lograr esa empatía, para poder entender, comprender, asimilar y después transcribir, con la mayor rigurosidad posible”.
El núcleo de la ancestralidad, “el Ayllu”
El Ayllu eran estructuras muy bien formadas, que encerraban las costumbres, la lengua, el respeto hacia los mayores, la forma de llevar sus economías internas, la forma de prosperidad, la forma de generar y enlazar nuevas familias. Frente a esto, el investigador que a su vez representa a la etnia Quechua en el proyecto indica que, “hay mucho respeto en la forma como se llevaban las comunidades antiguamente, había un cariño hacia todas las personas que eran parte de la comunidad. Hoy es un concepto que es difícil de mantener en cualquier comunidad, pero en el Ayllu era una manera natural de hacerlo, porque era la base”.
Castro comenta además que, como formadores y universidad, se tiene un rol fundamental en el rescatar, resguardar y después transmitir lo investigado y enfatiza sobre los avances en confianza y apoyo obtenidos con las comunidades, “visitamos individualmente a muchas personas en distintas comunidades, y después desarrollamos una segunda visita en la que realizamos un taller, y ellos asistieron a éste, eso nos da una buena pauta para decir que tenemos una empatía y una llegada y una comprensión y participación de las personas que conforman estas comunidades. Esperamos que haya una tercera llegada, en donde les queremos entregar un reconocimiento, dándoles a entender que nosotros reconocemos y respetamos estas prácticas ancestrales, y que ellas justamente son las que tienen ese legado”.

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